Si alguna vez te han dicho que necesitas ser “más estratégico”, probablemente sabrás cuán frustrante puede llegar a sentirse. Para añadir más incomodidad a la situación, la corrección rara vez viene con una guía concreta al respecto sobre qué hacer. Uno de mis clientes de coaching, Lisa, vicepresidente de recursos humanos, estaba en esta situación y explica: “se me dijo que necesita tener una imagen más global y ser más estratégica. Sentía que se me había dado una definición de una palabra usando la misma palabra. Eso no era de mucha ayuda”.

Así que ¿cuáles son los pasos específicos que puedes tomar para ser más estratégico en tu actual rol?

Comienza por cambiar tu modo de pensar. Si crees que el pensamiento estratégico para los ejecutivos de élite, piénsalo de nuevo. El pensamiento estratégico tiene que ocurrir en todos los niveles de una organización. Es una de esas partes no escritas de toda descripción de anuncio de empleo. Si ignoras esto te arriesgas a no ser tenido en cuenta para un ascenso o a que se corte el presupuesto para tu departamento porque tu estrategia de contribución no es clara.

Una vez que has aceptado que esto es parte de tu trabajo, enfócate en desarrollar cuatro habilidades básicas que demuestran tu destreza estratégica.

1. Conocer: observar y buscar tendencias

Lisa no estaba observando la imagen global. Debido al monto de trabajo que ella tenía y por el ritmo al que lo estaba haciendo. Ella frecuentemente estaba de lleno en lo que hacía y no levantaba la cabeza para observar las tendencias externas e internas- Ella estaba perdiendo información clave que le ayudará a enfocarse, priorizar y a ser proactiva en enfrentar los temas de talento para de su rápidamente creciente compañía. Esto era porque Lisa se aproximaba a su trabajo de una manera transaccional, simplemente consiguiendo la siguiente contratación. Ella no se daba cuenta que necesita una nueva aproximación a su proceso de reclutamiento y de retención de talento.

Para poder ser estratégico, tú necesitas un sólido entendimiento del contexto de la industria, tendencias, disparadores de negocio. Una apreciación intelectual de la actual información y una búsqueda de tendencias no es suficiente. Tú también tienes que:

  • Hacer el ejercicio rutinario de explorar y sintetizar las tendencias internas en tu día a día de trabajo. Por ejemplo: presta atención a los temas que surgen de manera constante en tu organización y sintetiza los obstáculos comunes que tus colegas enfrentan.
  • Se proactivo al conectar con tus pares en tu organización, entendiendo sus observaciones sobre las condiciones del mercado. Entonces, comparte tus descubrimientos con los miembros de tu red.

• Entiende la información única y la perspectiva que tu función provee y define el impacto a nivel de estrategia corporativa.

2. Piensa: haz las preguntas difíciles

Con un fresco entendimiento de las tendencias y las preocupaciones tú puedes poner en práctica el pensamiento estratégico al preguntarte a ti mismo: ¿Cómo puedo ampliar lo que he considerado y pensado? Las preguntas son el lenguaje de la estrategia. Lisa llegó a apreciar que su vida y su experiencia previa le dieron unos únicos, aunque todavía imprecisos, pero estratégicos lentes. De manera que ella se motivó a sí misma para ampliar su perspectiva y habilidades de cuestionamiento. Al convertirse en más curiosa, y al ver la información desde distintos puntos de vista, ella fue capaz de ser más precisa y ver diferentes posibilidades, diferentes aproximaciones y diferentes potenciales consecuencias.

Por ejemplo: cuando estaba trabajando en un proyecto de retención de empleados ella se preguntó a sí misma: “¿Cuál será el significado del éxito dentro de un año? ¿Cómo será dentro de tres años? ¿Cómo podría impactarnos esto de manera negativa? ¿Cuáles son los primeros signos de éxito y/o fracaso? ¿Qué es lo que necesitan nuestros socios de negocios para entender y asegurar su éxito? Y ¿Estas consecuencias ampliarán los objetivos de la organización?” Al hacerse estas preguntas primero, Lisa reconoció que ella podría conectarse mejor con sus colegas y los ejecutivos de élite en formas que podrían beneficiar su proyecto desde temprano – y que podría a formar su percepción de lo que consideraba estratégico.

3. Hablar: sonar estratégico

Los pensadores estratégicos saben cómo hablar en un lenguaje estratégico. Ellos priorizan y dan una secuencia a sus pensamientos. Ellos estructuran su comunicación verbal y escrita en una manera que ayude a la audiencia a entender el núcleo de su mensaje. Ellos desafían el Estatus quo y consiguen que las personas empiecen a hablar de las presunciones que han delineado. Estos pensadores realmente habilidosos consiguen que la gente se centre en el proceso de identificar los temas, formar un entendimiento común y estructurar las elecciones estratégicas.

Si esto suena complejo, esto es porque así es. Pero existen ciertas maneras en las que tú puedes empezar a ejercitar estas habilidades:

  • Añade más estructura a tus comunicaciones escritas y verbales. Agrupa y ordena lógicamente tus puntos principales. Mantenlos tan sucintos cómo puedas.
  • Dale importancia a tu audiencia, haciéndoles saber cuáles son los principales puntos que quieres tratar. De manera que ellos puedan estar preparados para una conversación de alto nivel y no solo para tratar de detalles tácticos.
  • Práctica el ejercicio de dar la respuesta primero, en lugar de tratar de construir tu punto principal.

Lisa no se había dado cuenta de que la manera en que ella hablaba creaba la sensación de que no era estratégica. Ella decidió cambiar eso. Primero lo hizo enfocándose en sus conversaciones con sus pares, creando un alto nivel de discusión y dejando los temas tácticos para ser tratados vía e-mail. Ella eligió una o dos áreas estratégicas en las cuales enfocarse y se aseguró de estructurar los temas de recursos humanos y las prioridades de los directores de la compañía para su área de trabajo.

4. Actúa: saca tiempo para pensar y abrazar el conflicto

En las primeras fases de nuestro trabajo conjunto, Lista mantuvo un horario ajetreado, yendo de reunión en reunión. Ella encontraba difícil contribuir estratégicamente son tener el tiempo para reflexionar en los diversos temas y ponderar las opciones. Reconociendo que ella no estaba llevando su completo valor a la mesa, ella comenzó a evaluar sus tareas con base en la urgencia y en la importancia de acuerdo a la matriz de Stephen Covey. Ella dejó de ir a las reuniones a las que no necesitaba ir. Ella decidió honrar su horario, así como lo haría con otras reuniones. Y ella luchó contra la culpa inicial de “¿Estoy haciendo trabajo de verdad o simplemente estoy sentándome en el escritorio a pensar?

Lisa también puso en práctica otras habilidades. Ella empezó a abrazar el debate y a invitar al desafío, sin dejar que se convirtiera en un asunto personal de manera que ella pudiera hacer las preguntas difíciles. Para hacer esto ella se enfocó en los temas, no en las personas e invitó a sus pares neutrales para que desafiaran su modo de pensar. Para manejar la inevitable ambigüedad que surge cuando haces preguntas difíciles, Lisa también aprendió a clarificar su criterio de toma de decisiones, permitiéndose actuar mejor al momento de enfrentar información imperfecta.

La búsqueda de la construcción de tus estrategias habilidades puede ser algo incómodo. Al principio, podrías sentir que estás pateando la arena de la playa. Tú visión puede verse borrosa en la medida en que luchas contra sentimientos que llegan a desafiar los postulados establecidos, al mismo tiempo puedes empezar a sentirte cómodo en la medida en que enfrentas el conflicto con curiosidad. Una vez la confusión ha mermado, ya puedes estar en capacidad de contribuir a un alto nivel, y tú estarás feliz de ser capaz de tomar ese riesgo.

Vía | HBR

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