Piensa en el mejor equipo del que alguna vez has sido parte. ¿Qué hizo que ese grupo funcionara? ¿Fue el proyecto? ¿La gente? La dinámica interpersonal? ¿Disfrutaste ser parte de eso? ¿Sacó lo mejor de ti?

Ahora piensa en el peor grupo en el que alguna vez has estado. ¿Qué lo hizo diferente?

Lo más probable es que hayas hecho parte de más conjuntos con muchas diferencias sobre los grupos que operan a la perfección. Los equipos de colaboración igualan la productividad y los resultados son mejores. Cuando la colectividad se une en torno a una labor, lo hace de la mejor manera. Pero las tareas en equipo requieren trabajo, y la realidad es que los grupos pueden derrumbarse, descomponerse y experimentar interrupciones por un sinnúmero de razones.

Algunos conjuntos operan como equipo solo de nombre. Este es un grupo de personas que se declaran una agrupación, pero no operan con el ritmo que deberían. Tal vez ha sido disfuncional durante tanto tiempo que los miembros sienten que es demasiado trabajo para cambiar.

El liderazgo débil también puede desestabilizar a un equipo, permitiendo que las personalidades dominantes descarrilen el plan y, eventualmente, los integrantes adaptarán su comportamiento en consecuencia, reaccionando al hecho de que la persona al timón no está realmente dirigiendo.

Luego está el integrante denominado como «solitario explorador», que interrumpe la cadencia del equipo saliendo solo, porque cree en su propia habilidad más que en la capacidad del grupo como tal para realizar la tarea. Esto causa una desconexión cuando otros miembros del equipo sienten una falta de confianza y colaboración.

También puede haber falta de respeto general dentro de un grupo. Esto ocurre cuando ciertos integrantes devalúan a los otros miembros, ya sea en su competencia o diversidad. Eso se presenta como «personalidades enfrentadas», cuando la verdad es que diferentes características pueden realmente fortalecer un conjunto, siempre y cuando el respeto esté ahí presente.

Una agrupación también puede descomponerse cuando reacciona ante influencias externas, como plazos imposibles, falta de recursos o despidos rumorados. Cuando el estrés alcanza los niveles máximos dentro del personal, la gente siente que debe protegerse antes de cuidar al equipo. Y, finalmente, todos se retiran a hacer las cosas de manera individual para la autopreservación.

¿Cómo manejas las situaciones en las que tu equipo simplemente no se está uniendo? Aquí hay ocho consejos para mejorar la colaboración en equipo:

1. Evalúa por qué no está funcionando

Puede ser confianza, química, competitividad u otra cosa. Pero no puedes saber cuál es el problema si no llegas al meollo del asunto. Comienza por encuestar a los integrantes del grupo: preguntar es la mejor forma de obtener respuestas directas y hacer que sientan que sus percepciones y opiniones son importantes. Luego, da un paso atrás y observa al equipo en acción en un entorno particular, y como su líder, llega a tu propia conclusión. Si no estás involucrado directamente en el conflicto y solo adoptas una posición de observador, generalmente será difícil que veas cuál es el problema.

2. Observa y modela las mejores prácticas

Si la cultura de la empresa dicta equipos fuertes, echa un vistazo a la organización y verás quién más lo está haciendo bien. Habla con otros gerentes sobre la dinámica del equipo, cómo hacen que la gente colabore y los comportamientos que fomentan. Y asegúrate de devolverle el favor, compartiendo tus mejores prácticas y lecciones aprendidas. No olvides mirar también fuera de tu empresa, hablando con colegas y mentores. Te sorprendería cómo situaciones similares parecen surgir en las industrias.

3. Comprende las normas de un equipo exitoso en tu cultura

Probablemente haya algunas reglas básicas sobre lo que constituye un gran equipo en tu empresa, y necesitas identificar cuáles son. Ten claro que un grupo es para trabajar duro y jugar duro, sin embargo, puedes tener integrantes que prefieren no hacerlo con la gente con la que trabajan, eso va a trastornar la dinámica de la agrupación. Si una persona consistentemente se escapa de esa cerveza con sus colegas al final de la jornada laboral, intenta evaluar por qué. Perder esa pequeña parte de la construcción del equipo realmente afecta mucho más de lo que crees. Asegúrate de que los empleados no estén tan concentrados en el trabajo que descuidan el desarrollo de los aspectos culturales del equipo.

4. Considera cuán importante es realmente un equipo

Si solo es para mostrar, reconsidera por qué incluso necesitas tener un grupo de colaboración. Hay situaciones en las que los equipos pueden trabajar libremente y los objetivos aún se logran, a veces de manera más efectiva de lo que sería con la presencia de todos los chefs en la cocina. No todo tiene que centrarse en el equipo, y si una iniciativa en particular no tiene que ser así, no trates de forzar la colaboración de todos.

5. Sal de la oficina

Las empresas participan en actividades de creación de equipos fuera del sitio de trabajo todo el tiempo, porque realmente funcionan. Este tipo de situaciones permiten que las personas experimenten a sus colegas como seres humanos en lugar de simplemente verlos como compañeros de trabajo, descubriendo detalles de la vida que no se revelan durante un día normal de labores. Les das a los equipos una forma diferente de conectarse y quizás construir un poco más de química y buena relación. Y los ejercicios de aprendizaje basados en la experiencia tienen una forma de revelar dinámicas de grupo que luego pueden ser examinadas y discutidas.

6. Concreta al detractor

Si tienes dentro del conjunto a un cínico en particular, lleva a esa persona a un lado y descubre por qué hay conflicto, demasiado trabajo independiente o descarrilamiento general del trabajo en grupo. Dependiendo de la personalidad, puedes ser muy directo en ese momento, o hacer una serie de preguntas sobre «por qué» para llegar al fondo de la situación.

7. Crea responsabilidad sobre el rendimiento del equipo, no solo la utilidad individual

Esto ayuda a atraer al guardabosques solitario y obliga al equipo a trabajar en colaboración para alcanzar objetivos comunes. Si una persona no está participando como miembro de la colectividad, las otras no la llevarán y deberá comenzar un cambio.

8. Regístrate constantemente

Has un chequeo formal periódicamente, una vez al mes o una vez por trimestre. Si estás reparando un equipo, verifica que todo esté bien encaminado y que todos comprendan de la mejor manera qué funciona, qué no y qué debe ajustarse. Si comienzas a rodar la pelota del trabajo en grupo pero luego descuidas el proceso, cualquier progreso que hayas hecho se evaporará rápidamente.

Si los equipos son importantes para tu organización, debes hacer lo que puedas para facilitar su efectividad. Asegúrate de que exista comunicación abierta. Crea oportunidades para que todas las voces sean escuchadas. Conéctate con los valores compartidos que unen al conjunto, y finalmente, infunde energía en los integrantes indicándoles que un equipo de alto rendimiento puede ser tan poderoso o más que un actor superior individual.

Vía | Success

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